7 December 2014

Versos en la arena (11)



Asumirse como océano donde pueden acontecer grandes olas
y bancos de peces en realidad muy solitarios.

JULIETA VALERO

3 December 2014

Warsan Shire

Warsan Shire lee el poema Conversaciones sobre el hogar (en un centro de deportación):







CONVERSATIONS ABOUT HOME (AT A DEPORTATION CENTRE)


Well, I think home spat me out, the blackouts and curfews like tongue against loose tooth. God, do you know how difficult it is, to talk about the day your own city dragged you by the hair, past the old prison, past the school gates, past the burning torsos erected on poles like flags? When I meet others like me I recognise the longing, the missing, the memory of ash on their faces. No one leaves home unless home is the mouth of a shark. I've been carrying the old anthem in my mouth for so long that there’s no space for another song, another tongue or another language. I know a shame that shrouds, totally engulfs. I tore up and ate my own passport in an airport hotel. I'm bloated with language I can't afford to forget. 
*
They ask me how did you get here? Can’t you see it on my body? The Libyan desert red with immigrant bodies, the Gulf of Aden bloated, the city of Rome with no jacket. I hope the journey meant more than miles because all of my children are in the water. I thought the sea was safer than the land. I want to make love but my hair smells of war and running and running. I want to lay down, but these countries are like uncles who touch you when you're young and asleep. Look at all these borders, foaming at the mouth with bodies broken and desperate. I’m the colour of hot sun on my face, my mother’s remains were never buried. I spent days and nights in the stomach of the truck, I did not come out the same. Sometimes it feels like someone else is wearing my body. 
*
I know a few things to be true. I do not know where I am going, where I have come from is disappearing, I am unwelcome and my beauty is not beauty here. My body is burning with the shame of not belonging, my body is longing. I am the sin of memory and the absence of memory. I watch the news and my mouth becomes a sink full of blood. The lines, the forms, the people at the desks, the calling cards, the immigration officer, the looks on the street, the cold settling deep into my bones, the English classes at night, the distance I am from home. But Alhamdulilah all of this is better than the scent of a woman completely on fire, or a truckload of men who look like my father, pulling out my teeth and nails, or fourteen men between my legs, or a gun, or a promise, or a lie, or his name, or his manhood in my mouth.
*
I hear them say, go home, I hear them say, fucking immigrants, fucking refugees. Are they really this arrogant? Do they not know that stability is like a lover with a sweet mouth upon your body one second and the next you are a tremor lying on the floor covered in rubble and old currency waiting for its return. All I can say is, I was once like you, the apathy, the pity, the ungrateful placement and now my home is the mouth of a shark, now my home is the barrel of a gun. I'll see you on the other side.  

Found here as part of a series of poems by African feminist writers for 16 Days of Activism against Gender Violence. This poem was originally published in Teaching My Mother How To Give Birth’ (2011).


CONVERSACIONES SOBRE EL HOGAR (EN UN CENTRO DE DEPORTACIÓN)


Creo que fui escupida de mi casa. Apagones y toques de queda como la lengua contra los dientes flojos. Dios, ¿Sabes lo difícil que resulta hablar del día en que mi propia ciudad me arrastró agarrándome del pelo, dejando atrás la antigua prisión, atrás las puertas de la escuela, atrás los torsos en llamas alzados en palos como banderas? Cuando encuentro a otros como yo, reconozco la nostalgia, la ausencia, el recuerdo de ceniza en sus caras. Nadie deja su hogar a menos que su hogar se vuelva la boca de un tiburón. He cargado tanto tiempo su viejo himno en mi boca que ya no hay espacio para más canciones, ni para otra lengua, ni para otro idioma. Conozco una pena que envuelve como mortaja, sepulta. Hice pedazos mi pasaporte y me lo comí en un hotel de aeropuerto. Estoy hinchada de palabras que no puedo olvidar.
*
Me preguntan: ¿Cómo llegaste hasta aquí? ¿Acaso no lo ves en mi cuerpo? El desierto de Libia enrojecido por cuerpos de inmigrantes, el Golfo de Adén abotagado, la ciudad de Roma sin abrigo. Espero que el viaje significara algo más que sus millas, porque todos mis hijos están en el agua. Pensé que el mar era más seguro que la tierra. Quiero hacer el amor pero mi pelo huele a guerra y a huida. Quiero estirarme, pero estos países son como esos tíos que te manosean cuando eres joven y estás dormida. Mira esas fronteras, echando espuma por la boca con cuerpos rotos y desesperados. Soy el color del sol ardiente en mi cara, los restos de mi madre nunca fueron incinerados. Pasé días y noches en el estómago de un camión y cuando salí no era la misma. A veces siento que es otra persona la que viste mi cuerpo.
*
Tengo certeza sobre algunas cosas. No sé a dónde me dirijo, el lugar de donde vengo está desapareciendo, no soy bienvenida y mi belleza, aquí, no es belleza. Mi cuerpo arde con la pena de no encajar, mi cuerpo es anhelo. Soy el pecado de la memoria, la ausencia de la memoria. Veo las noticias y mi boca se torna un fregadero repleto de sangre. Las líneas, las formas, las personas en los mostradores, las tarjetas telefónicas de prepago, el agente de inmigración, las miradas en la calle, el frío instalándose en los huesos, las clases nocturnas de inglés, la distancia que me separa de casa. Pero Alhamdulilah, todo eso es mejor que el olor de una mujer en llamas, o un cargamento de hombres, que se parecen a mi padre, arrancándome los dientes y las uñas, o catorce hombres entre mis piernas, o una pistola, o una promesa, o una mentira, o su nombre, o su virilidad en mi boca.
*
Les escucho decir: Vete a casa. Les escucho decir: Jodidos inmigrantes, jodidos refugiados. ¿Son de verdad tan arrogantes? ¿No saben que la estabilidad es como tener un segundo a un amante con su boca dulce sobre tu cuerpo, y al siguiente ser un temblor tirado en el suelo, cubierto de escombros y monedas antiguas esperando a ser devueltas?  Solo puedo decir que una vez fui como vosotros, la apatía, la pena, este lugar desagradecido. Ahora mi casa está en la boca del tiburón, ahora mi casa es el cañón de la pistola. Os veré al otro lado.


Traducido por Beatriz Viol.


Warsan Shire (1988). Nacida en Kenia, de padres somalíes y emigrada posteriormente a Londres. Sus poemas han aparecido publicados en el folleto Teaching My Mother How To Give Birth (2011) y en Poetry Review, Magma, Wasafiri y Salt Book of Younger Poets y han sido traducidos a diversas lenguas como italiano, español y portugués. En abril de 2013 recibió el African Poetry Prize de la Universidad de Brunel y en octubre de ese mismo año le fue otorgado el Young Poet Laureate for London.
Más información en el artículo Warsan Shire, poesía para el arraigo en Wiriko.