La exposición Objetos desobedientes del museo Victoria and Albert de Londres nos ha
mostrado el rol que han protagonizado los objetos en la lucha social desde los
años setenta hasta la actualidad. Según los organizadores, los movimientos
sociales son uno de los principales lugares donde la cultura florece, y ésta
pretende ser una exposición enfocada al arte y el diseño desde abajo.
En la exposición
hemos podido ver objetos que desobedecen a la función para la que fueron
creados; por ejemplo, las cacerolas que se usaron en Argentina en el corralito
de 2001; las arpilleras
chilenas, piezas de tela cosidas a mano por mujeres, que sirvieron para
denunciar las torturas y las desapariciones que tuvieron lugar durante la
dictadura de Pinochet; botellas de plástico convertidas en máscaras antigás por
quienes se manifestaron en Estambul contra el gobierno turco en 2013, con instrucciones para su
fabricación casera incluidas; o una acción de la
organización BLO (Barbie liberation
organisation), en la cual se intercambiaron las cajas de voz de muñecas Barbies con las de G.I. Joe, para que dichos muñecos pudieran rebelarse contra los estereotipos
de género que les habían sido asignados. También se han mostrado objetos
diseñados con el fin de desobedecer, por ejemplo los libros-escudo de book block usados en las protestas
estudiantiles por la defensa de la universidad pública y en contra de las
medidas de austeridad en 2008, o un robot que
pinta grafitis.
Book block |
El recorrido por
todos estos objetos me pareció en un primer momento muy inspirador, creativo y
poético y fue asimismo enriquecedor como acercamiento histórico a los
movimientos sociales. Sin embargo, al cabo de unos días empezó a chirriarme el
hecho de haber visto estos objetos, protagonistas de la lucha anticapitalista, en uno
de los museos de arte y diseño más importantes a nivel mundial. ¿Qué mueve a un
museo que forma parte del sistema capitalista a dar luz a la lucha antisistema?
Si este sistema se caracteriza siempre por sus intentos de ocultar esa parte de
la historia, ¿se ha abierto aquí una brecha, o será que nos la están colando?
Respecto a la
primera pregunta quiero pensar que esta exposición responde a un reflejo de la
sociedad actual en la cual se ha dado en los últimos años una expansión de los
movimientos sociales a capas más amplias de la sociedad. Esto parece que ha
tenido una influencia positiva en la visión del activismo en la opinión pública
y en los medios, y la figura del activista anticapitalista parece ahora un poco
menos marginal y un poco más aceptada por la sociedad lo cual podría
considerarse un pequeño logro del movimiento anticapitalista.
Sin embargo, ¿son
los movimientos sociales los que han absorbido a una mayor parte de la
población?; o por el contrario, ¿es esa masa de población, y a su vez el sistema,
los que absorben al movimiento anticapitalista? Y siguiendo esta segunda
posibilidad, ¿es esta exposición una forma de reducir la lucha social a lo
anecdótico de un objeto?; o también, ¿es un intento de transformar esos objetos,
que fueron utilizados o diseñados contra el capital, en parte del capital?
Precisamente María Castejón reflexiona en el artículo Feminismo
publicitario o #feminismochic sobre los pros y contras
de la expansión del movimiento feminista y la creciente visibilidad de este
movimiento en los medios. Castejón dice que, por un lado, esto es positivo
porque demuestra que la lucha ha trascendido el oscurantismo al que a menudo se
condena al feminismo, e implica a la vez un feminismo rico en matices y
diverso. Sin embargo, apunta también que, como contrapartida, esta visibilidad
puede ser una reapropiación del capitalismo patriarcal que ve en el feminismo
otro nicho de consumo dirigido especialmente a las mujeres, e implica, por
tanto, asumir el feminismo dentro del capitalismo. Algo incompatible.
Guerrilla girls |
Parece que tanto
en el caso del movimiento feminista como en el de la exposición de objetos
desobedientes, el sistema capitalista sigue jugando su papel de asimilar y
neutralizar los movimientos que operan en su contra. Sin ir muy lejos, aquí, la
que escribe, cuando acabó de ver la exposición se fue directa a la tienda del
museo, y en un ataque de entusiasmo acabó pagando 20 libras por el catálogo de
la exposición; un catálogo que, por otro lado, sigo ojeando con interés varias
semanas después. Así que, varias semanas después, sigo sin aclarar si se ha
abierto aquí una brecha o si nos la están colando; aunque, lejos de querer concluir, me atrevería a apuntar que se dan ambas y que, lejos de desanimarnos, se puede y se debe vivir con ello. Tal como apunta María Castejón sobre la expansión del movimiento feminista, hay que
aprovechar la creciente visibilidad y expansión de estos movimientos, a la vez
que hay que estar atentos para ver y analizar los intentos de asimilación y
perversión por parte del sistema capitalista.
A la luz de estas dudas me
encantaría que compartierais vuestra opinión o impresiones sobre este tema, ¿alguien se
anima?
*Por supuesto para los que estáis cerca mucho mejor en persona y con una cerve de por medio, aunque cualquier aportación por aquí es más que bienvenida.